lunes, 11 de mayo de 2015

la anorexia y la maternidad


Tener un hijo no fue una decisión que analizara desde ningún punto de vista. Lo deseé y lo tuve. Evidentemente, tampoco me paré  a pensar si mi enfermedad podía ser un inconveniente para quedarme embarazada o bien, si a la larga podía generarle algún problema al bebé.

Dicen que en la anorexia hay una parte de genética. Pues bien, no me detuve ni un minuto a pensar sobre ello. Sabía que me pasaba algo, pero con 26 años todavía no reconocía la enfermedad y muchísimo menos la tenía asumida.

Una de las primeras cosas que me preocupó cuando me dijeron que estaba embarazada era no engordar. No quería ver mi cuerpo multiplicado por dos. Así que me dediqué a comer un poco más de lo habitual pero con medida... me horrorizaba verme hinchada.

Fue tanto el control que tuve sobre las comidas que el médico tuvo que decirme que comiera lo que quisiera porque no estaba engordando nada. Así lo hice... con el convencimiento que el bebé consumiría todas las calorías que ingería a diario (algo de lo que yo sola me convencí... sin ayuda de nadie)

Llegué al fin del embarazo con nueve quilos más... y desde el principio tuve una consulta recurrente para los médicos y enfermeras: '¿cuánto se tarda en volver al peso normal? ¡Había que hacer cálculos!


También me preocupaba si el aumento de peso se debía todo al bebé, a la placenta y a los líquidos... o si había una mínima posibilidad que me hubiera engordado. 

Inmediatamente después del embarazo me enfundé una faja para que todo volviera a su lugar, en el menor tiempo posible.

Mi obsesión: hacer dieta para recuperar mi figura. El problema: no podía ya que le daba el pecho a Marc.


Aún así lo conseguí. Mi hijo nacía a mediados de septiembre, pues en octubre ya estaba haciendo dieta a escondidas. Mi madre me hacía comer y beber de todo para tener suficiente leche para amamantar a Marc, así que no era fácil.

Pero tal fue mi empeño que tres meses después de dar a luz volví a la talla 36. Hacer dieta y dar el pecho me hizo perder peso, hasta el punto que en Navidades mi hermana me dijo: 'estás demasiado delgada. Nunca lo habías estado como ahora'

La euforia que este comentario desató en mi interior me hizo sentir la mujer más poderosa de la Tierra. La anorexia volvía a instalarse, después de meses de 'bondad'... ahora tocaba pensar en mi y estar lo más guapa posible, aunque fuera a costa de mi salud.

Y fue durante el embarazo y después de parir cuando me convencí, de todas todas, que con fuerza de voluntad podía lograrlo todo. Y a eso me aferré, cada vez más fuerte y más ciegamente. 

Me aferré tanto que a los treinta el problema era visible del todo. Mientras tanto, yo excusaba mi aspecto diciendo que con el niño no paraba... y así pasaba los días.

Gracias por leerme!

Fuente de la imagen: Photorack


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