Recuperarse de la anorexia es un proceso largo y costoso. Un camino en el que a veces, cada vez menos, tienes que parar para coger fuerzas. Las piernas flaquean, la cabeza se ralentiza y el desánimo te envuelve.
Pararse y respirar, una de las mejores cosas que una puede hacer durante el proceso de recuperación. El tiempo necesario, sea cual sea. La meta está clara: la recuperación... eso sí, sin prisas. A 20 años de enfermedad no le viene ni de un mes, ni por suerte de un año.
Tener la cabeza clara es uno de los ejercicios más desquiciantes, cuando la anorexia todavía te abraza fuerte.
Es por eso que el tiempo te enseña a poner en práctica pequeños hábitos para desprogramar tu cerebro... un cerebro enfermo.
Yo puse en marcha unos cuántos, con un miedo terrible a un nuevo azote de la anorexia. Pequeños trucos que he recomendado, siempre que he podido... me han funcionado y me han dejado salir del búnker. Ese espacio en en el que vives sin miedo a los ataques, pero presa de ti misma.
En realidad, le puesto las cosas más difíciles a la anorexia y a mi misma... a mi parte enferma.
Deshacerme de la báscula... uno de los pasos más catárticos y el principio del fin. El primer gol a la enfermedad.
Comer siempre acompañada... acabé aprendiendo que la comida no es nin el centro de atención ni un acto íntimo que roza el fetichismo. Segundo tanto a favor de la recuperación.
Tirar la jarra del agua... mi gran aliada en la mesa. Cuanto más bebiera menos hambre tenía y más fácil me resultaba vomitar. Así que el agua en vasitos y a buscarla cada vez que sea necesario. El empacho de agua encajó el tercer gol.
Nada más terminar de comer o cenar, iba directa al baño. No sólo pedí que no me dejaran... fui un poco más allá. Nada más levantarme de la mesa salía a la calle... un paseo por el barrio, dos vueltas a la manzana, sentarte en un banco. Cualquier cosa menos entrar como un robot al baño. Cuarto tanto, por el momento.
Así fui moldeando mi cerebro, con el mismo esfuerzo del artista que esculpe mármol... para dar forma a la figura imaginada y perfeccionarla, hasta conseguir la escultura más bella que hubiera soñado.
Gracias por leerme!
Fuente de la imagen: Galleria dell'accademia
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