miércoles, 3 de junio de 2015

El anorexio


Hace unos días me desayuné con la noticia de la muerte de Jesús Lizano, un poeta catalán, el mejor, que decidió marcharse a los 84 años. 
Lo descubrí hace un tiempo largo. Víctor Amela hablaba de él en televisión y me fascinó, a pesar de que a mi no me encanta la poesía.

Un poemo que se metió en mi cabeza e hizo su trabajo. Unas palabras que pasaron a formar parte de mis recursos de cabecera... los que me salvan, los que me recuerdan que las cosas fueron y ya no son. Las que me dicen, cuando lo necesito,  que el poder está en mi.

Os dejo con el poemo que me hizo entender que el anorexio se puede cambiar... puede dejar de ser, si te lo propones. 

Una versa que me trajo a la cabeza palabras importantes para mi que con la técnica Lizano aprendí a relativizar y a quebrantar: los espinacos, los verduros, las quilas... el básculo y unas cuantas más que parecían nunca iban a cambiar en mi cabeza.

POEMO
Me asomé a la balcona 

y contemplé la ciela 
poblada por los estrellos. 
Sentí fría en mi caro, 
me froté los monos 
y me puse la abriga 
y pensé: qué ideo, 
qué ideo tan negro. 
Diosa mía, exclamé: 
qué oscuro es el nocho 
y que sólo mi almo 
y perdido entre las vientas 
y entre las fuegas, 
entre los rejos. 
El vido nos traiciona, 
mi cabezo se pierde, 
qué triste el aventuro 
de vivir. Y estuvo a punto 
de tirarme a la vacía... 
Qué poemo. 
Y con lágrimas en las ojas 
me metí en el camo. 
A ver, pensé, si las sueñas 
o los fantasmos 
me centran la pensamienta 
y olvido que la munda 
no es como la vemos 
y que todo es un farso 
y que el vido es el muerto, 
un tragedio. 
Tras toda, nado. 
Vivir. Morir: 
qué mierdo.


Gracias por leernos!
Fuente de la imagen: www.photorack.net

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