La vergüenza es un sentimiento que siempre he tenido muy presente. De hecho, no tardé mucho en experimentar esta sensación de bien pequeña. Bien por timidez, bien por el exacerbado miedo a hacer el ridículo... que siempre me ha acompañado, como si se tratara de mi sombra.
Ese miedo al ridículo, que en el fondo era un preocupante y prematuro miedo al rechazo, hizo que siempre fuera una persona correcta y que actuara como se esperaba de mi. Si no, todo iba mal
Hice que tratar conmigo fuera tan seguro como seguir un buen mapa. No había pérdida! A mi, esa tranquilidad ajena me daba calma interior y me hacía entender que si daba lo que se me pedía, nunca me quedaría sola.
El rechazo, el abandono, la expulsión, han sido los fantasmas que siempre han llamado a mi puerta... y me han hecho esconder la cabeza bajo la almohada hasta que se ha hecho de día
De toda la vida, incluso ahora que soy mayor. Es por esto que tardé mucho en confesar que sufría anorexia. No quería que mi entorno lo supiera. Básicamente por vergüenza y por un terrible miedo al rechazo.
Con el tiempo aprendí a contarlo, tratando de explicar que yo soy esto y muchas cosas más. Creo que a quien más le costó entenderlo fue a mi misma.
Uno puede ser simpático, divertido, responsable, impaciente, tozudo, ingenioso, inquieto y todo lo que se os ocurra, además de padecer una enfermedad. Y si todo se sabe llevar en su medida justa, nada tiene que convertirte en un ser extraño y repudiable.
En el último mes tres personas me han pedido amistad por facebook. Personas que conozco hace poco tiempo pero con las que he tenido buena conexión. Pues bien, me he dado cuenta que esto me ha causado un conflicto que he tenido que aprender a resolver.
Hasta ahora todo mi entorno, personal y laboral, conocía mis problemas con la alimentación.... pero hay amistades y trabajos que vienen y van... empiezan y acaban y dan paso a nuevas etapas.
Eso es justamente lo que me ha sucedido. Aceptar a tres nuevas personas en facebook ha hecho que el fantasma de la vergüenza me susurre una vez más al oído y me hable de rechazo.
Finalmente, aunque tarde, he aceptado a estas tres personas en las redes sociales...esperando que conocer mi pasado no las condicione ni para bien, ni para mal.
Mientras espero a que nada suceda, me afano en escribir una pancarta bien visible desde cualquier punto de vista en la que se pueda leer: no me juzgues por esto, ya estoy curada!
Cuanto más ganas le pongo a la pancarta, más la leo.
Sólo me falta creérmelo.
Gracias por leerme.
Fuente de la imagen: www.openphoto.net
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