sábado, 12 de septiembre de 2015

Bienvenido al mundo, Marc!

I jo a tu...

Eran las 17.50 y su cuerpo se acabó de escurrir de entre mis piernas, como si lo hubiera hecho más veces. De la manera más natural, espontánea e indolora posible. No dio tiempo a más de tres empujones, casi no pude poner en práctica las técnicas de las clases pre parto.

Todo un logro, después del miedo que acumulé durante meses. El parto me asustaba y creo que Marc lo sabía. Así que decidió nacer como sólo él sabe hacer las cosas: sin hacer ruido y sin estrés

Tan sólo una hora antes había llegado a la clínica. En taxi, como en las películas. El conductor, pálido y el copiloto (mi marido) en riguroso silencio. Yo soplando en el asiento de atrás, temiendo que en cualquier momento Marc asomara la cabeza. 

La llegada a la clínica fue sonada, la única parturienta de todo el hospital... que mientras daba los datos en recepción, rompía aguas. Inmediatamente llamaron al anestesista, a la comadrona y al ginecólogo que disfrutaban del fin de semana/puente. El nacimiento se esperaba a partir del 13 y como la cosa estaba un poco verde, el jueves 17 de septiembre tenía hora para hacerme las correas. 'Probablemente, las últimas', me dijeron.

Una enfermera, joven... muy joven... casi seguro en prácticas y más asustada que yo, me dijo: 

'mientras esperamos a que lleguen siéntate en el baño'. '¿Estás segura? Como me siente, lo voy a parir', le dije. Me miró con cara de 'no, por favor... ni se te ocurra!'

A las 6 de la madrugada de ese sábado me levanté a hacer pipí... no me encontraba muy bien. Me dolía el bajo vientre y tenía malestar. No sabía lo que era un parto, pero intuía que poco me quedaba para saberlo

A las 9 de la mañana desperté al papá de Marc y le dije que no me sentía nada bien. Esa mañana nos dedicamos a andar. Me dijeron que cuanto más, mejor... así se encajaría antes. Sólo se trataba de quedarse quieta cuando me daban las contracciones y al terminar: seguimos la ruta por el barrio.

Ese día supe, desde primera hora,  que iba a ver la cara de Marc. Había pedido millones de veces que naciera en sábado, así no estaría sola. Y Marc, como todo en la vida, se lo tomó al pie de la letra!
Era sábado y tocaba nacer!

Eran las 17.50, como ahora. Sábado como hoy, de hace 17 años. El momento en el que llegó a mi vida una de las mejores personas que he conocido y la que con sólo 12 años, decidió que tenía que salvarme y luchar por mi.

Gracies, Marc.
De gran, com tu.

Gracias por leerme!


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