domingo, 15 de noviembre de 2015

La anorexia me ha obligado a pensar: ¿para qué la usaba y qué escondía detrás?


Cuando una pasa por un proceso de anorexia, y quiere recuperarse, tiene muchos frentes a los que plantar cara. Muchos... tantos que a ratos parecen demasiados.

Parecen y lo son. 

Recuerdo el peor momento de la recuperación, muy al principio: me atendía el psiquiatra y la psicóloga dos día a la semana. Y aunque a las visitas iba a compartir experiencias y sensaciones, también iba a responder preguntas

Preguntas que sólo escuchar son todo un reto. Primero, porque duelen y enojan en la misma medida. Y segundo, porque requieren pensar.

Con el tiempo aprendí que vomitaba miedos, muchos. También, que me negaba la comida para no despistarme y no bajar la guardia... y lo más doloroso: que eso fueron historias que me cree en mi cabeza, y que me creí, porque en su momento no supe procesar

Entre las preguntas más venenosas que he respondido durante este tiempo, recuerdo un puñado: ¿quién es la auténtica M. Àngels, por qué destaca además de por ser anoréxica?, o ¿cómo llamarías la atención si no fuera a través de la comida?


'¿Cómo dice,  que yo no soy sólo anoréxica... soy algo más que no me preocupado en descubrir?, que ¿por qué no me atrevo a enfrentarme a mi misma?, y ¿por qué en vez de hablar, vomito?' 

Preguntas imprevistas que molestaron e incomodaron tanto que siempre me juraba que era la última visita, sobretodo con la psicóloga. Otra de tantas... ¡cuántas veces me marché sin intención de volver!

Pero a la semana siguiente, allí estaba. Otra frente a frente... las tres a solas: las preguntas, la psicóloga y yo.

Y es que hacían tanto daño, como efectos secundarios tenían: que alguien todas las semanas te mire a los ojos y espere una respuesta, te obliga a caminar dejando de mirarte el ombligo y a buscar soluciones

La salida está. Tan lejos o tan cerca como uno quiera. Sólo hay poner en marcha el GPS interno que todos llevamos dentro y dejarse guiar... pero aclaro: si uno no quiere seguirá en el callejón sin salida... tropiezo tras tropiezo.  

Descubrir, aceptar y reconocer son pasos imprescindibles a los que uno llega acompañado por personas que saben. Personas que sin juzgar te ayudan a encontrar la salida. 

Eso sí, jamás responderán por ti ni serán permisivos: todo tiene respuesta

Gracias por leerme!

Fuente de la imagen: www.openphoto.net


viernes, 6 de noviembre de 2015

¿Anorexia, sí o no... cómo saberlo?


'No hay más ciego que el que no quiere ver, ni más sordo que el que no quiere oír'

Creo que este es el mejor de los principios para el post de hoy.. para  el que recomiendo: quien no quiera ver ni oír, mejor que no lea


Descifrar si tenía anorexia o no. ¡Qué difíci! A solas y en mi mundo... con la prohibición auto impuesta de preguntar a nadie. Quería descubrirlo, lo que no sabía es que iba a hacer luego con ese hallazgo 

No recuerdo como empecé a investigar, pero sí alguna noche en vela después de escuchar a una madre desesperada en un programa de radio.... o testimonios, todavía ahogados, de algún reportaje de televisión. 

La enfermedad ya habitaba en mí y sabía, mejor que nadie, que algo me conectaba con esas historias


A los quince años era impensable sentarse delante del ordenador y esperar respuestas... pero de más mayor,  pasé muchas horas conectada a Internet hasta para dar con las claves que estaba persiguiendo. Eso sí, en silencio y sin dejar rastro. La respuesta, sólo para mí.

Como si fuera ahora recuerdo el tropiezo con varios test médicos y psicológicos que ayudaban a determinar si sufrías se anorexia... Al principio, sólo los leía. Nunca completos, sólo aquellas preguntas que me interesaban y que no me delataran al 100%. No estaba preparada para la verdad

Con el tiempo, empecé a prestar atención a todas las preguntas... hasta que llegó el día en el que me atreví con uno de ellos. Luego con otro y luego, otro más y así con unos cuantos más...

¿Te pesas más de una vez al día?, ¿la cantidad de calorías es lo primero que te interesa saber de un alimento?, ¿te sientes culpable cuando comes?, ¿preguntas frecuentemente a tus familiares y amigos si estás gordo?, ¿nunca te ves delgado?, ¿ayunas periódicamente?, ¿evitas reuniones dónde te ves obligada a comer?, ¿no quieres mostrarte en traje de baño y prefieres la ropa holgada?, ¿sientes frío habitualmente?, ¿lo que más te gusta que te digan cuanto te ven es que estás delgada?, ¿ha habido modificaciones en tu peso en los últimos meses?, ¿quedas menos con tus amigos y prefieres estar sola?, ¿tienes alimentos que no comes, que están prohibidos?, ¿temes lo que los demás puedan pensar de ti?, ¿sientes ansiedad antes de las comidas?, ¿me valoro y siento que me valoran por mis resultados?, ¿te sometes a dietas severas y evitas lo que engorda?, ¿tienes miedo a engordar?, ¿calculas las porciones de comida?, ¿te sientes culpable cuando comes alimentos calóricos?, ¿piensas en como deshacerte de las calorías?, ¿crees tener sobrepeso?, ¿te resulta imposible comer por placer?...



No había duda... tampoco margen de maniobra... 

Era lo que era y yo lo sabía... aunque no quisiera ver, ni escuchar.

Gracias por leerme!

Fuente de la imagen: www.photorack.net

domingo, 1 de noviembre de 2015

La anorexia y el índice de recaídas



Tropezar con una aguja en un pajar es más fácil que dar con una cifra oficial y fiable sobre las recaídas en la anorexia. 
Días a la caza del porcentaje... y todavía a la espera de estudio alguno que arroje una cifra a la que agarrarse.

Así de complicado es cuantificar una enfermedad que en la mayoría de los casos se lleva en silencio y que premeditadamente se esconde en lugares recónditos dónde nadie se atreve a entrar

Aún así, algunos datos ayudan  a recomponer el panorama de las recaídas:

Según los expertos, aproximadamente el 20% de los pacientes que se recuperan sobreviven a la enfermedad con recaídas... además añaden: su historia clínica se cursa con varias recaídas

Y rematan: la enfermedad reaparece con unas conductas más severas y es más difícil de detectar ya que el enfermo está más experimentado.

Lo primero me resulta imposible de verificar. Lo segundo, lo corroboro: si yo no hubiera confesado que había recaído nadie se hubiera dado cuenta... era anoréxica profesional y estaba mucho más delgada que otras veces. 

Los entendidos afirman también que la anorexia se ha convertido ya en la tercera enfermedad entre adolescentes (por detrás de la obesidad y el asma) y que tiene un alto indice de cronificación

Por tanto, es una enfermedad que se inicia a una edad temprana y se mantiene en el tiempo. Otro extremo que corroboro teniendo en cuenta que empecé con la anorexia a los 15 y que ahora con 43, aunque recuperada, sigo en la batalla.

No me gusta cuando descubro que el 25% de pacientes se convierten en enfermos crónicos. Y menos, cuando leo a Carmen... una expaciente, como yo, que define con atino la anorexia y su evolución: 'muchos años después de la recuperación continuas viviendo con ella o contra ella'. Y así son nuestros días, añado yo. 

Siempre caminando por el lado más seguro. Recordando lo que fue, lo que hizo de ti y tu entorno y huyendo que lo que podría ser, si fuere.
Protegiéndote de momentos duros, situaciones difíciles y manteniendo a raya tu parte débil y vulnerable. 
Queriéndote y entendiéndote, sin caer en la autocomplacencia, manteniendo la guardia... aunque haya días que dejarse llevar pareciera más sencillo.

Así son nuestros días.

Gracias por leerme!

Fuente de la imagen: www.openphoto.net