domingo, 1 de marzo de 2015

Qué pretendo con este blog: Cómo plantar cara a la anorexia.



Si hace 27 años me hubieran preguntado si estaría dispuesta a escribir sobre mi trastorno alimentario, la respuesta hubiera sido tan clara como contundente: NO. 

La razón principal e irrebatible es que no podía escribir sobre algo que en mí no existía. ¿Quién podía decir que yo tenía un trastorno alimentario? Simplemente había escogido un modo de vida en el que la alimentación eclipsaba cualquier aspecto de mi vida... y aunque cada vez iba a más,  estaba convencida de poder ponerle fin en cualquier momento.

Hacía dos meses que había cumplido quince años, era verano...y ése fue el momento en que decidí que, para solucionar mis problemas, tenía que hacer algo con la comida. Los chicos nunca se giraban para mirarme dos veces...mientras, mis amigas estaban hartas de quitarse moscones de  encima. Tampoco tenía novio y si me proponía ligar, mi manera de vestir no era espectacular. Así que decidí que tenía que adelgazar, ahí estaba la clave del éxito!  Pero ¿cómo podía conseguirlo? Decirle a mi madre que quería hacer dieta me parecía algo imposible, más teniendo en cuenta que yo estaba mucho más delgada que mi hermana. Nadie me hubiera entendido. 

La razón aparente me daba demasiada vergüenza explicarla y la real: la falta de autoestima, todavía no la había descubierto. Estas fueron las razones que me llevaron descontrolar mis hábitos alimentarios... y empecé de la mejor manera que supe: vomitando la comida.

En aquel momento no existía internet y jamás había oído hablar de la anorexia, así que no pude consultar a nadie.

Las primeras veces fue de manera puntual. Recuerdo que vomitaba cuando tenía que salir. La discoteca o las fiestas del pueblo, eran motivo suficiente  para echar la comida. Tengo que decir que ese verano conseguí un ligue que convirtió mi filosofía en religión. 

Poco a poco y a una velocidad de la que no era consciente, fui encontrando más motivos para vomitar. Nadie se daba cuenta... entre otras cosas porque lo hacia fuera de casa. Como en todos los casos que he conocido a posteriori, con el tiempo fui subiendo el listón y aumentando el nivel de exigencia. 

A los vómitos diarios fui añadiendo la restricción de alimentos... la dieta constante... los alimentos prohibidos... la obsesión por la talla... el deseo de estar cada vez más delgada...

Pero esta obsesión se alimentaba de infelicidad y la infelicidad de vacío y soledad. 18 años tuve que pasar en ese infierno para poder reconocer que tenía un problema. Una enfermedad de la que yo no era culpable y que me había transformado en otra persona.


27 años después he decido escribir este blog para todos los que viven con un trastorno alimentario. No hablo de personas enfermas, sino de personas con ganas de superarse.

Familiares, amigos y hermanos sois parte importante de este largo proceso y con frecuencia, os sentís desamparados. Para vosotros, también es este blog.

Por esto, y para evitar que paséis por lo mismo que yo, hoy nace mi blog

Te doy la mano, ¿me acompañas?  

2 comentarios:

  1. Gracias por compartir tu experiencia. ...ojala algun dia pueda decirte que tuve tb un final feliz.
    Gracias por ayudarme con tus palabras.

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  2. https://abrainwashedage.wordpress.com

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